viernes, 6 de junio de 2008

La Deriva Continental

La posición de los continentes resulta un factor determinante en la conformación del clima mundial. La deriva continental es un proceso sumamente lento, por lo que la posición de los continentes fija el comportamiento del clima durante millones de años. Hay dos aspectos a tener en cuenta. Por una parte, las latitudes en las que se concentra la masa continental: si las masas continentales están situadas a nivel de latitudes bajas, habrá pocos glaciares continentales y, en general, temperaturas medias menos extremas. Asimismo, si los continentes se hallan muy fragmentados habrá menos continentalidad. Estos aspectos pueden contribuir de varias formas contradictorias en el clima]

Actualmente hay un exceso de masa continental poco fragmentada en el hemisferio norte, lo que provoca una mayor continentalidad y la existencia de más glaciares. Esto hace que el albedo del hemisferio norte sea mayor y contribuya a la extremación de los climas en dicho hemisferio: inviernos más crudos y veranos más calurosos. Esto es debido a la continentalidad. La concentración continental en un hemisferio contribuye también a las fluctuaciones o pulsaciones glaciales. Éstas son debidas, como se verá más abajo, a las oscilaciones orbitales que hacen que unas épocas los inviernos en el norte coincidan cerca del afelio de la órbita y otras del perihelio. Contra lo que se pueda pensar no son los inviernos rigurosos sino los veranos suaves los que rigen los ritmos glaciales. Por ello en las grandes glaciaciones del pleistoceno los inviernos del hemisferio norte suelen coincidir cerca del perihelio orbital. Un verano suave no fundiría tanta nieve y traería como consecuencia el que los glaciares avanzasen. Así se genera un efecto en cadena que termina por afectar también al hemisferio sur, en el cual avanzan también los glaciares de montaña¹. Esta historia se ha repetido periódicamente según las oscilaciones orbitales, tal y como explicó Milutin Milankovitch (Ver Variaciones orbitales). La existencia de glaciares continentales permanentes es posible gracias a que hay un continente, la Antártida, que se sitúa sobre el polo sur y a que las masas continentales del norte rodean un pequeño océano boreal al que no permiten que lo alcancen las corrientes cálidas. Existiendo siempre esa reserva de hielo permanente es comprensible que cada cierto tiempo se expandan alcanzando latitudes menores. Así pues, se observa que la configuración actual favorece que dichos fenómenos extremos se den periódicamente.

La expresión deriva continental tiene dos significados posibles, refiriéndose el primero inadecuadamente al desplazamiento de las masas continentales, que no puede describirse propiamente como deriva, y designando el segundo a la teoría que el alemán Alfred Wegener desarrolló en las primeras décadas del siglo XX para intentar explicar ese fenómeno, que él identificó a partir de diversas observaciones empíricas.

La teoría de la deriva continental fue propuesta originalmente por Alfred Wegener en 1912, quien la formuló basándose, entre otras cosas, en la manera en que parecen encajar las formas de los continentes a cada lado del Océano Atlántico, como África y Sudamérica (de lo que ya se habían percatado anteriormente Benjamin Franklin y otros). También tuvo en cuenta el parecido de la fauna fósil de los continentes septentrionales y ciertas formaciones geológicas. Más en general, Wegener conjeturó que el conjunto de los continentes actuales estuvieron unidos en el pasado remoto de la Tierra, formando un supercontinente, denominado Pangea. Este planteamiento fue inicialmente descartado por la mayoría de sus colegas, ya que su teoría carecía de un mecanismo para explicar la deriva de los continentes. En su tesis original, propuso que los continentes se desplazaban sobre el manto de la Tierra de la misma forma en que uno desplaza una alfombra sobre el piso de una habitación. Sin embargo, esto no es posible, debido a la enorme fuerza de fricción implicada, lo que motivó el rechazo de la explicación de Wegener, y la puesta en suspenso, como hipótesis interesante pero no probada, de la idea del desplazamiento continental.

La teoría de la deriva continental fue sustituida en la explicación del desplazamiento continental por la teoría de la tectónica de placas, nacida en los años 1960 a partir de investigaciones de Robert Dietz, Bruce Heezen, Harry Hess, Maurice Ewing y otros. Según esta teoría, el fenómeno del desplazamiento sucede desde hace miles de millones de años gracias a la convección global en el manto, de la que depende que la litosfera sea reconfigurada y desplazada permanentemente.

Se trata en este caso de una explicación consistente, en término físicos, que aunque difiere radicalmente acerca del mecanismo del desplazamiento continental, es igualmente una teoría movilista, que permitió superar las viejas interpretaciones fijistas de la orogénesis y de la formación de los continentes y océanos. Por esto, Wegener es considerado, con toda justicia, su precursor y por el mismo motivo ambas teorías son erróneamente consideradas una sola con mucha frecuencia.


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